En junio de 2001 se llevaron a cabo trabajos arqueológicos previos a las obras de instalación de un sistema de calefacción en la Catedral de Getafe. El objetivo era documentar posibles restos de la primitiva iglesia mudéjar sobre la que se levantaría, a partir de la segunda mitad del siglo XVI, el templo dedicado a Santa María Magdalena (consagrado Catedral en 1995). En el sondeo realizado a los pies de la Torre Vieja se descubrió un enterramiento campaniforme individual dentro de la propia iglesia y cercano a esta torre mudéjar (Oñate y VV.AA., 2001).
Se trataba de una tumba de cámara hipogea más o menos circular a la que se accedía mediante dos escalones semicirculares. Dentro de ella, desplazados hacia su extremo sur, se encontraron unos restos óseos y fragmentos de cerámica que se asocian al típico ajuar funerario campaniforme.
Este enterramiento se podría situar cronológicamente en el Calcolítico Pleno -2500-1800 a.C. aprox.- (Raquel Aliaga, 2008, 2012), se llevó a cabo al aire libre y con el paso del tiempo quedaría integrado dentro de la primitiva iglesia mudéjar.
En las posteriores excavaciones arqueológicas que se llevaron a cabo en el año 2005, previas a las obras de restauración de la Catedral, se hallaron, al norte del ábside, restos óseos y dos fragmentos de cerámica en un nivel de terreno similar al del enterramiento campaniforme encontrado en el 2001, lo que hace pensar en una cronología prehistórica para dicho enterramiento (Oñate, 2009).
Con ciertas reservas, podría pensarse en la existencia de un poblado cercano ya que el hecho mismo de un enterramiento hace suponer la existencia de una comunidad estable. Aunque este asentamiento no seguiría el patrón de ubicación cercana a una zona de vega, sí podría deducirse que estaba situado en lugar de paso hacia la meseta sur y en terrenos con claro aprovechamiento agrícola, como tradicionalmente ha sido Getafe. No obstante, las limitaciones que hubo a la hora de realizar los sondeos no permiten llegar con certeza a esta conclusión.