Valle del Manzanares – flora – Interpretación del Patrimonio de Getafe

Valle del río Manzanares

Flora

En el valle del río Manzanares conviven una serie de hábitats que, por sus características orográficas, hidrológicas o la acción del hombre, han conformado diferentes unidades ambientales que definen zonas homogéneas de ecosistemas naturales.

Ribera del Manzanares

El ecosistema natural asociado a las márgenes del río Manzanares está dominado por un bosque de ribera, también llamado bosque en galería o soto, compuesto por especies típicas de ambientes húmedos. Se desarrolla alineado al río, sin ocupar una gran extensión en anchura, creando un cierto aislamiento con respecto al medio que le rodea y con ello unas condiciones internas que le serán propicias para asegurar su continuidad.

Este tipo de bosque, formado por árboles de hoja caduca, crea un microclima que influye directamente en los organismos vivos que en él se desarrollan, proporcionando un hábitat idóneo para las diferentes variedades de flora y fauna, tanto acuáticas como terrestres, que en él se encuentran.

Desde la entrada del río en el término municipal de Getafe este bosque de ribera está muy degradado, debido fundamentalmente a que la intensa actividad antrópica en el entorno ha impedido el desarrollo continuo de esta formación vegetal. En ambas márgenes del río se extienden grandes parcelas privadas dedicadas a explotaciones agrícolas y ganaderas, muchas de ellas ocupando la propia franja de ribera; a esto se suman las infraestructuras de estabilización mediante escolleras, que dificultan la natural expansión y regeneración de la vegetación fluvial.

Entre los prados de El Verdegueral y la confluencia con El Culebro esta degradación se hace más patente llegando prácticamente a desaparecer este tipo de vegetación. La interrupción de la conectividad ecológica, la pérdida de sombra y refugio para la fauna, y la degradación de los suelos ribereños son algunas de las consecuencias directas de esta presión humana, que compromete seriamente la funcionalidad ecológica del ecosistema fluvial.

En este hábitat encontramos especies típicas de entornos riparios

Populus alba (álamo blanco)
Populus nigra (álamo negro)
Salix alba (sauce blanco)
Fraxinus angustifolia (fresno de hoja estrecha)
Ulmus spp. (olmo)
Ulmus laevis (olmo temblón)
Ephedra fragilis
Arbusto que se encuentra en regresión y del que se alimenta exclusivamente el Theodorinus lopezcoloni.
Sambucus nigra (saúco)
Nonea micrantha
Phragmites australis (carrizo)
Urtica gracilis (ortiga californiana)
Lactuca (lechugas)
Tamarix gallica (taray)
Scirpoides holoschoenus (junco de churrero)
Daucus durieua

También encontramos especies invasoras y alóctonas

Arundo donax (carrizo asiático gigante).
Ailanthus altissima (árbol del cielo)
Ulmus pumila (olmo de siberia)
Acer negundo (negundo)
Erigeron canadensis (hierba carnicera)
Ficus carica (higuera

Real Canal del Manzanares

Este canal de navegación comenzó a construirse en 1770 en la margen izquierda del río Manzanares con la pretensión de que llegase hasta Vaciamadrid, allí conectaría con la Real Acequia del Jarama, reformándola para hacerla navegable hasta Aranjuez. Se llegaron a construir diez esclusas, a partir de la séptima se encuentran en el término municipal de Getafe. La puesta en servicio del ferrocarril Madrid-Aranjuez en 1851, hizo inviable su mantenimiento y en 1862 el Ayuntamiento de Madrid acordó que fuese cegado, aunque no en su totalidad.

Diferentes publicaciones de finales del siglo XVIII y XIX indican que durante su proceso de construcción se plantaron en el entorno del Canal una gran cantidad de árboles. Wenceslao Ayguals de Izco en el tomo II de su obra «María, la hija de un jornalero» relata que estaba «orillado de gigantescos árboles» y que gracias a Carlos III se plantaron una gran cantidad de árboles en las praderas inmediatas al canal. Antonio Ponz en el tomo VI de su «Viage de España» nos relata que había plantaciones de moreras, chopos, álamos negros y blancos, sauces, fresnos, almendros, retama, bardeguera y mimbrera. Cuenta también como a partir de la segunda exclusa, el riego proporcionado por el agua del Canal posibilitó en 1773 recoger trescientas fanegas de maíz, o que también se sembró Salsola Kali (barrilla) en los malecones.

La venta de los árboles que rodeaban las esclusas, en 1861, llevó a una progresiva desaparición de gran parte de esta masa arbórea. Los Populus nigra (álamo blanco), ulmus spp. (olmo) y Fraxinus angustifolia (fresno de hoja estrecha) que hoy observamos en torno a los restos del Canal y que acogen algunas de las más importantes colonias nidificantes de milano negro (Milvus migrans) y cigüeña blanca (Ciconia ciconia) de la Comunidad de Madrid, son pequeños reductos de lo que en su día debió ser un gran bosque de ribera.

El Canal actúa como interfaz entre dos ecosistemas, uno antrópico como son los pastos y cultivos que encontramos en su margen derecha y otro natural como es la vegetación propia de los cantiles yesíferos que se encuentran en su margen izquierda. En este espacio de transición conviven plantas que prefieren los suelos húmedos como Phragmites australis (carrizos) y Scirpoides holoschoenus (juncales), junto a especies adaptadas a suelos salinos como Limonium dichotomum (limonio de los yesos) y Frankenia thymifolia (tomillo sapero), cuyo hábitat suele ser el pie de monte bajo los cortados yesíferos.

Cantiles yesíferos

Al término municipal de Getafe pertenece una pequeña superficie de la base de los cerros de los cantiles yesíferos, junto a los caminos de Vinateros y Salmedina. La parte superior de estos cerros se encuentra en los términos municipales de Madrid y de Rivas-Vaciamadrid. En este espacio se acumulan materiales aluviales y los suelos más nitrogenados, al ser una zona con un cierto grado de humedad freática encontramos formaciones vegetales propias de este tipo de suelos.

Algunas de estas especies son endémicas de la Meseta Central como Sonchus crassifolius, Prangos trifida o Cachrys trifida y Limonium dichotomum (limonio de los yesos), esta planta es la única fuente de alimentación de la larva del Cryptocephalus bahilloi (criptocéfalo manchego) un pequeño coleóptero descubierto en la década de 1990 y que López-Colón describió en 2004, es un endemismo de alto valor ecológico que solamente vive en el centro de España.

También encontramos Iris spuria (lirio espurio), Frankenia thymifolia (tomillo sapero), que suele aparecer cerca del fondo de las vaguadas en zonas con poca humedad y en los taludes yesosos de los caminos. Muy importante es Vella pseudocytisus (pitano) endemismo ibérico que únicamente aparece en áreas geográficas muy restringidas y que se encuentra protegido legalmente como «De Interés Especial» en Madrid y en peligro de extinción en Castilla-La Mancha y Andalucía.

Terrenos agrícolas y zonas antrópicas

A continuación del bosque de ribera nos encontramos en ambas márgenes del río una serie de terrenos destinados a cultivos de cereales, pastos y huertas. Como ya hemos comentado el bosque de ribera va desapareciendo conforme avanzamos hacia el este, siendo sustituido por campos transformados en pastos intensivos. Esto lo comenzamos a observar a partir del El Plantío, pero es una vez pasados los prados de El Verdegueral, y hasta la confluencia con el arroyo de El Culebro, donde vemos que el bosque de ribera ha desaparecido en su totalidad. También hay amplias superficies dedicadas al cultivo de cereales: Triticum vulgare (trigo), Secale cereale (centeno), Hordeum vulgare (cebada) y Cicer arietinum (garbanzo).

Los pastos y cereales ocupan casi el 72 por 100 de las comunidades vegetales presentes en el valle.

La gran actividad de extracción de áridos que se llevó a cabo a mediados del siglo XX tuvo un gran impacto ambiental transformando el tradicional paisaje de las terrazas del Manzanares y produciendo la destrucción de hábitats naturales. De aquellas «muy buenas tierras para vinos tintos, por ser arenas las más, y en esto tiene especial ventaja el territorio de este pueblo», que leemos en la Relaciones Topográficas de los Pueblos de España del año 1578, únicamente han quedado topónimos como Las Viñas o Viña del Paraíso, ya que fueron excavadas en búsqueda de las arenas y gravas necesarias para la expansión urbana de Madrid y sus pueblos limítrofes.

Los terrenos vaciados como fruto de las explotaciones mineras, en algunos casos fueron rellenados con toda clase de residuos, sustituyendo la antigua capa de suelo orgánico por otra de menor calidad, en ellos predomina la vegetación de tipo ruderal, que prospera en suelos pobres ya que son muy resistentes a condiciones adversas.

En otras ocasiones quedaron las graveras al descubierto y con el paso del tiempo han creado hábitats nuevos, especialmente si en ellas se había llegado al nivel freático y formado pequeñas lagunas, aquí encontramos vegetación de tipo palustre.

Junto al Caserío de Perales, encontramos una parcela de algo más de 6 ha destinada a huertos familiares. Como fruto de esta iniciativa, promovida por la Asociación de Vecinos de Perales del Río, se distribuyeron parcelas entre particulares y alguna asociación como Cantharellus. En ellas se promueve el cultivo de alimentos propios y preferentemente de variedades locales, todo ello de una manera ecológica.

Espacios restaurados

El latido verde del Proyecto ALBA: Acción Local por un Bosque Autóctono

En 2019 se puso en marcha el Proyecto ALBA, una iniciativa de restauración ecológica cuyo objetivo principal es la recuperación ambiental de una antigua escombrera en el municipio de Getafe. El Ayuntamiento de Getafe apoyó esta iniciativa desde el inicio, proporcionando seis bocas de riego, mangueras y azadillas para realizar las primeras plantaciones populares, que se realizaron sobre una pequeña parcela de 160 m²al año siguiente. Los procesos iniciales consistieron en añadir nutrientes a un suelo que carecía de ellos y también productos, como las micorrizas, que favorecían el desarrollo radicular de las plantas.

Desde entonces, el espacio ha cambiado por completo. Se han plantado y cuidado hasta 350 encinas, cada una acompañada por arbustos autóctonos en su alcorque. La selección de especies y la metodología de implantación fueron definidas por el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA), que junto con la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono (ARBA) también facilitó las plantas necesarias.

La idea era crear un bosque utilizando la técnica de reforestación desarrollada por el botánico japonés Akira Miyawaki, siendo este proyecto pionero en España; para ello se plantaron densamente 42 especies autóctonas. Este tipo de bosque utiliza técnicas de restauración ecológica que favorecen un crecimiento rápido, una mayor biodiversidad y un suelo más saludable gracias a la interacción entre las especies, para ello el terreno se dividió en pequeñas parcelas de 1 m², plantándose en cada una un árbol de hoja caduca, otro perenne, tres arbustos y plantas rastreras. Según manifiestan las pioneras de este proyecto, su referencia fue el bosque natural que aún se conserva en algunas zonas de los cerros de La Marañosa.

El proyecto incluye además tres áreas de agroforesta, diseñadas para regenerar un suelo que estaba completamente degradado. La actividad de los microorganismos y lombrices ha contribuido a recuperar su estructura y fertilidad, demostrando cómo la gestión ambiental adecuada puede restaurar ecosistemas dañados.

Otro espacio relevante es el Bosque Fósil, creado con los troncos caídos tras la tormenta Filomena (7 de enero de 2021). Este lugar se ha destinado a actividades de divulgación ambiental, meditación y cultura, y sirve como recordatorio de la importancia de conservar y comprender los ciclos naturales.

En el año 2022 se amplió el recinto, dándole forma de bellota, hasta llegar a un total de 450 m².

El Proyecto ALBA es hoy un ejemplo práctico de restauración ecológica, participación ciudadana y gestión sostenible del territorio. Su desarrollo demuestra que la recuperación de espacios degradados es posible cuando se combinan ciencia, compromiso social y cuidado del medio ambiente.