Valle del río Manzanares

El caudal del río Manzanares discurre unos 9 km por el término municipal de Getafe, entre las coordenadas 3°39’26″W 40°19’44″N y la 3°34’36″W 40°18’38″N (https://signa.ign.es/signa/). Salvo los 800 m iniciales el resto de su cauce se encuentra dentro del Parque Regional del Sureste, salvando un desnivel de unos 12 m.

Para poder interpretar este gran espacio biogeográfico es necesario recordar que su origen geológico se sitúa en el Mioceno -Terciario- (entre 23 y 5 millones de años), cuando gran parte de la actual Comunidad de Madrid era una cuenca endorreica de poca profundidad y sin salida al mar. Durante esta etapa, los sedimentos arrastrados desde las sierras circundantes y los organismos disueltos en el agua se fueron depositando en el fondo de la cuenca. El clima cálido y la intensa evaporación favorecieron la formación de rocas evaporíticas, principalmente yesos, que hoy conforman parte del substrato geológico visible. Esta evolución dio origen a una llanura sedimentaria surcada posteriormente por sistemas fluviales de diferente longitud y propiedades.

Durante el Pleistoceno, en el periodo del Cuaternario (2,6 millones de años), la cuenca comenzó a vaciarse, cuando la Península basculó hacia el Atlántico y los ríos se abrieron al mar. Éstos comienzan a excavar la llanura, iniciándose un proceso de erosión que dará lugar a un valle fluvial y a la formación de las terrazas que ahora encontramos en el valle del Manzanares.

Podemos apreciar, en el segmento fluvial que pasa por Getafe, la manera en que se ha conformado un valle asimétrico. En la margen izquierda, afloran los sedimentos miocenos en forma de escarpes yesíferos. Estos materiales, fácilmente reconocibles por su tono grisáceo y la presencia de cristales de yeso brillantes, han sido modelados por la acción erosiva del agua a lo largo del tiempo.

Mientras que la margen derecha asume un relieve más suave y extendido, en ella se desarrollan terrazas fluviales propias del Pleistoceno, formadas por una sucesión de gravas, arenas, limos y arcillas. Estas terrazas se han visto afectadas por fenómenos de hundimiento, basculamiento y fracturación, dando lugar a lo que se conoce como Terrazas Complejas del Butarque y del Culebro, o también como Terraza Compleja del Manzanares.

Este contexto geológico ha sido clave para el descubrimiento de numerosos yacimientos arqueológicos y paleontológicos, resultado de la explotación de áridos que se dio en esta zona a partir de la segunda mitad del siglo XX. Un encuentro que propició el hallazgo de numerosos restos que abarcan desde el Paleolítico hasta época tardorromana y visigoda. Un catálogo completo de todos estos yacimientos se puede encontrar en la página sobre la prehistoria en Getafe de esta web.

A lo largo de los márgenes del cauce se extiende una llanura de inundación compuesta por limos, gravas y arenas. Es a su paso por Perales del Río donde se aprecia con mayor claridad el carácter meandriforme del río Manzanares. Entre los huertos familiares, el Caserío de Perales y su encuentro con el arroyo del Culebro, el río traza un recorrido sinuoso que discurre por los parajes conocidos como El Plantío, El Charcón, Prados del Verdegueral, La Torrecilla y La Aldehuela. En estos sectores, el transporte y deposición de sedimentos finos ha contribuido a la formación de una vega fértil, históricamente aprovechada para usos agrícolas y ganaderos.

A partir de la confluencia entre el río Manzanares y el arroyo del Culebro, el valle comienza a adquirir un nuevo aspecto morfológico, delimitado por los cerros de Calamuecos, Congosto y La Oliva en la margen izquierda, y por los de La Marañosa y Las Coberteras en la margen derecha, ya dentro del término municipal de Rivas-Vaciamadrid. Según diversos estudios (Silva, 1988; 2003), este tramo se corresponde con la etapa geológica más reciente del río. Si se observa el cauce a la altura de Perales del Río, se aprecia un cambio brusco de dirección, pasando de un eje predominante norte-sur a un giro hacia el este.

El análisis de los depósitos sedimentarios entre Villaverde y Perales del Río sitúa la formación del valle en este tramo dentro del Pleistoceno inferior. No obstante, aguas abajo, a partir del punto donde el río cambia su dirección hacia el este, no se han identificado terrazas correspondientes a ese periodo. Los niveles detectados en esa zona pertenecen al Pleistoceno medio y superior, lo que indica una evolución más reciente del cauce en ese sector. Los mismos estudios señalan que los materiales del Pleistoceno inferior se localizan exclusivamente al sur del cambio de dirección.

Esta evidencia, junto con el análisis de restos paleontológicos, ha llevado a la hipótesis de que, hasta el Pleistoceno inferior, el río Manzanares mantenía una trayectoria norte-sur, paralela al río Jarama, y desembocaba directamente en el río Tajo, a la altura de Añover de Tajo, recorriendo una depresión conocida como Prados-Guatén. Posteriormente, durante el Pleistoceno medio, se habrían producido movimientos tectónicos que provocaron un basculamiento hacia el suroeste del bloque de La Marañosa. Este evento habría favorecido un proceso de captura fluvial, en el que el Manzanares fue desviado por un afluente tributario del Jarama, iniciando así la formación del actual tramo bajo del valle, con su nueva desembocadura en el Jarama. El cauce original quedó abandonado, siendo en parte reutilizado más tarde por el actual arroyo del Culebro.